MISTERIO EN LA LAGUNA. CAPÍTULO 20
Sandra se levantó sin muchas ganas de trabajar. El viaje había trastornado sus hábitos y, aunque estuviera acostumbrada a levantarse temprano, no era lo mismo el aliciente de recorrer nuevos paisajes que volver a la rutina de la redacción del periódico.
La periodista saludó a los compañeros y tuvo que contestar a mil y una preguntas sobre su semana de vacaciones en Alemania. Repartió entre sus colegas más cercanos unos dulces bávaros, que desaparecieron con rapidez, y un par de imanes de Munich que trajo consigo. Luego tocó ponerse al día con las novedades de los días que habían estado fuera.
El director Núñez le dio la bienvenida por teléfono y le pidió que acudiera a su despacho. Eso significaba que iba a hacerse cargo de una noticia, así, sin tiempo para acostumbrarse al entorno.
-Espero que lo hayas pasado bien –dijo el director en cuanto Sandra llegó a su mesa de trabajo-. Yo estuve en esa zona hace unos años y me encantó.
-La verdad es que vale la pena –convino la joven, esperando lo que venía a continuación.
-Tengo algo para ti. Se trata de tu amiga Marta Herrero.
Sandra arqueó las cejas de sorpresa. ¿Se habría metido en algún nuevo lío?
-¿Le pasa algo?
-A ella no, pero está relacionada con un hallazgo en el Archivo Diocesano de La Laguna. ¿Sabes dónde está?
-Creo que sí –dijo, haciendo memoria-. ¿Qué se ha encontrado allí?
-Pues nada menos que un esqueleto de hace trescientos años atado a una pared, escondido entre dos muros. ¿Qué te parece?
Sandra sintió un escalofrío. ¿Atado a una pared?
-Pues es algo inusual, desde luego. Pero se trata de algo muy antiguo, ¿no le correspondería al redactor de cultura?
-Se lo pasaré a Germán si, después de hablar con la profesora Herrero, no se descubre nada interesante. Dada tu amistad con ella, te toca comprobar si el hallazgo tiene una historia detrás. Creo que es más atractivo que entrevistar al director de la Junta de Obras del Puerto, que es otro trabajo que tengo pendiente.
Sandra no lo dudó un instante. El director del Puerto podía esperar.
-De acuerdo, la llamaré.
-Mejor ve a verla, y también al director del Archivo, que le encanta salir en la prensa. Quiero algo para esta tarde, antes de que se enfríe la noticia.
Sandra se despidió y regresó a su mesa. Buscó el teléfono de Marta y la llamó. Contestó al tercer tono.
-¿Qué tal el viaje? Me imagino que genial –preguntó Marta.
-Pues sí, genial, la verdad. Mucha cerveza y carne de cerdo bajo todas las presentaciones posibles. Y la ensalada de papa, que la ponen con todo. ¿Recibiste las fotos que te envié?
-Sí, la vi anoche. Es algo de lo que tenemos que hablar. ¿Tienes tiempo hoy?
-Todo el del mundo, el jefe me ha pedido que te sonsaque algo del misterio del esqueleto emparedado.
Marta se rio.
-Me gusta el título. Yo iba a acercarme al Archivo Histórico Provincial a ver a Pedro en media hora. ¿Te vienes?
-Voy. Espérenme para tomar un café.
-Muy bien, allí nos vemos.
Sandra colgó y buscó el teléfono del director del Archivo. Lo encontró en su base de datos. Marcó el número de su móvil y esperó. La llamada dio diez tonos y se perdió. Lo intentó de nuevo. Era raro, a aquella hora ya se trabajaba en el archivo y don Adrián contestaba siempre rápido a la prensa. De nuevo se perdió la llamada. Decidió probar con el número fijo, al que contestaba siempre el archivero principal. Esta vez tuvo más suerte.
-Soy Sandra Clavijo, del Heraldo de Tenerife, ¿está don Adrián por ahí?
-Hola, Sandra, Jaime Barreto al habla. Esta mañana no ha aparecido por aquí. Y es extraño, porque no ha avisado, y más todavía sabiendo lo que se descubrió ayer aquí. Me imagino que llamas por eso.
Sandra conocía a Jaime de haber hablado un par de veces cuando hizo un reportaje sobre los fondos del archivo unos meses atrás. A pesar de su aspecto de seminarista serio y recto, era una persona agradable y accesible.
-Pues sí. Me gustaría entrevistarle. ¿Le puedes pedir que me llame, por favor? Y ya que estamos, también te entrevistaré a ti cuando suba.
-¿A mí? Yo poco te puedo decir. No tengo ni idea del tema esqueleto, pero, como quieras. Siempre a tu disposición.
-Gracias, Jaime. Nos vemos luego.
Sandra pulsó el botón de finalización de llamada y se dispuso a prepararse para subir al Camino de La Hornera, donde se encontraba el Archivo Histórico Provincial. Cogió el bolso y, antes de introducir el móvil en él, le iba a echar un vistazo a los mensajes de Whatsapp, cuando sonó el timbre de llamada. Miró la pantalla, era el número del director del Archivo Diocesano.
-Buenos días, don Adrián –dijo Sandra, risueña.
-Aquí el agente Marrero, de la Policía Nacional. ¿Sabe usted quién es el propietario de este móvil?
Sandra quedó atónita cuando escuchó la respuesta a su saludo. ¿Policía Nacional?
-Pues es de don Adrián Delgado, el director del Archivo Diocesano. ¿Por qué lo pregunta?
-He realizado una rellamada al último registro, con la finalidad de averiguar la identidad del propietario de este teléfono. Identifíquese, por favor –replicó el policía.
-Soy Sandra Clavijo, periodista del Heraldo de Tenerife, y tenía la intención de entrevistar a don Adrián. Para eso le llamé.
-Pues me temo que no va a poder ser.
-¿Por qué dice eso? ¿Y por qué tiene usted su teléfono?
-Al propietario de este aparato acaba de atropellarlo un vehículo que se ha dado a la fuga, y la ambulancia se lo ha llevado al hospital. Como no se trata de un accidente, esté localizable por si las autoridades policiales tienen que llamarla.
Y el policía cortó la comunicación.
Sandra miró el móvil, anonadada. ¿Atropellado? ¿Y no se trata de un accidente? ¿De qué se trata entonces?
................................
Estos capítulos corresponden a una iniciativa de Mariano Gambín, en colaboración con sus amigos de Facebook, para aportar un rato de entretenimiento en estos días de reclusión forzosa.
Comentarios
Publicar un comentario